De todas formas, usted es un hombre feliz al que la vida ha sonreído.
Por supuesto que soy un afortunado de la vida, no tengo la mínima duda. Trabajo en lo que me gusta, en uno de mis hobbies, que es jugar a tenis, y más en los tiempos que corren. También soy un destacado en este deporte. Soy número dos del mundo, y lo he sido durante los últimos cinco años. También he sido número uno. Tengo una familia que está bien, unida, no tengo problemas de nada. Tengo mi grupo de amigos de toda la vida, un entorno positivo, y salud, en general, yo y la gente que me rodea. Deportivamente hablando, he sido un afortunado.
¿Nadal se cabrea?
Sí, lo normal, como cualquier persona. No soy un quemao, siempre he tenido bastante autocontrol en todo. No soy un tipo que se cabrea y pega gritos, no.
¿Se acuerda de la última vez que lloró?
Sí, he llorado bastantes veces, pero no viene al caso contarlas ahora. Todo el mundo llora.
¿En un torneo, como Federer?
También, por perder he llorado, pero no en la pista. Cuando perdí Wimbledon en el 2007 lloré, pero en el vestuario. No me gusta hacerlo delante de la gente.
¿Qué le preocupa al margen de tener buena salud?
En esta vida serías un inconsciente si no te preocuparas por todo lo que estás viendo cada día. Me preocupan la pobreza, los secuestros, las guerras, los que mueren por falta de alimentos, la crisis mundial. Este puede ser un factor duro, pero lo es mucho más ver a niños morirse de hambre o la guerra.
Un amigo se va a la guerra de Afganistán con el ejército español. ¿Tendría algunas palabras?
Es difícil decir algo. ¡Me parece algo tan increíble irte a la guerra! Sólo el hecho de decir “me voy a la guerra” me parece inconcebible. Prácticamente todas las cosas malas que pasan en la vida son culpa de los radicalismos de cualquier tipo, que desencadenan problemas que podrían evitarse. Uno puede tener aficiones, simpatías, creencias, pero siempre con respeto hacia las opiniones de los demás, sin faltar. Igual que la religión. Uno puede ser religioso, ateo, cristiano, musulmán, lo que sea, pero de aquí a llegar a todas las barbaridades que se han hecho por la religión es demasiado. Para mí la religión es la mayor causa de mortalidad de la historia.
¿Cuál sería su mundo ideal?
No creo que un mundo ideal sea posible. A un mundo mucho mejor que en el que vivimos sí que podemos aspirar, no para mí, que yo tengo la suerte de que prácticamente es ideal, sino para mucha otra gente.
¿Tiene una idea de lo que cambiaría?
Todas las armas del mundo, fuera. Sería vital para un mundo mejor. Siempre hablamos de la pobreza, pero, por ejemplo, he estado en India, en Chennai, varias veces, y puedo asegurar que dentro de la pobreza veo en la cara de la gente felicidad. Y eso nos lo deberíamos aplicar todos. Allí que no tienen prácticamente nada, que viven en la calle, ves las caras y no te engañan. Aquí, mucha gente lo tiene prácticamente todo y por lo mañana los ves ir a trabajar y sus caras no reflejan precisamente felicidad. Son la bomba. Aquí no valoramos lo que tenemos; me pasa a mí también.
A un trotamundos como usted, ¿qué es lo que más le ha impactado?
He visto muchas cosas, pero realmente es difícil valorar ciertas cosas en algunos países, sobre todo porque yo suelo estar en un entorno más favorable. Es complicado vivir lo que viven sus ciudadanos. Sin duda, lo que más me ha impactado fue lo de las Torres Gemelas. Me pilló jugando un partido en Madrid intentando conseguir mi primer punto ATP, perdí el partido con 13 pelotas de match. Terminé y fui a verlo. Seis meses antes había estado ahí arriba, de vacaciones con mi familia. Al año siguiente fui a ver la zona cero. La imagen del avión y el momento en que se caen las torres me ponen todavía los pelos de punta.
¿Tiene miedo a algo?
Creo que el miedo es parte de la vida. Yo tengo miedo.
¿Cuál es el tenista al que más admira?
El mejor de la historia que he visto es Roger Federer. Lo principal es el talento que tiene para hacer las cosas. Le he visto entrenarse muchísimas veces y pocas lo he visto hacerlo con la intensidad con la que yo lo he hecho toda mi vida. De hecho, nunca. Eso me impresiona. Un jugador como él seguro que desde pequeño ha trabajado muchísimo, pero lo ves entrenarse y ni presta mucha atención. Tiene esa facilidad de que con poca concentración le viene la inspiración y coge el feeling enseguida, y convierte cosas que son dificilísimas en muy fáciles.
¿Envidia ese poder?
No quiero que se confunda: no tengo envidia alguna. Está claro que me habría gustado ganar lo que ha ganado él. Cada uno tiene lo que tiene, yo estoy muy feliz con lo que he ganado hasta el día de hoy, y la verdad es que él tiene unas cualidades innatas, especiales.
¿Rafa Nadal tiene un límite?
No creo que eso se pueda saber. El límite es cada día intentar hacer lo posible para mejorar. Ir al límite es ir a entrenarme cada día con ilusión, con la motivación ya no sólo de pensar en ganar sino de querer mejorar, jugar mejor. El tenis no permite que te duermas porque cada día hay competición. El límite me lo marco yo. Ganar o perder a veces no dice mucho, uno puede
ser mejor jugador sin ganar tanto como antes. Es un tema de mentalidad, de mantener la frescura por ganar.
¿En cuánto le ayuda su novia a mantener la motivación, a seguir creciendo?
Creo que en nada. En seguir creciendo como deportista no te puede ayudar nadie, ni familia, ni entrenador, nadie. Eres tú el que tiene que seguir teniendo la motivación, la ilusión y la convicción de que quieres hacer el esfuerzo para seguir siendo el mejor. O lo tienes tú o ya te lo pueden decir 200 veces, que si no quieres, no quieres.
¿Usted sigue conservando todo eso?
El día que no sienta todo eso pensaré en otra cosa. Por supuesto que lo tengo.
El equipo español vuelve a jugar la final de la Copa Davis, esta vez con usted.
La Davis es el objetivo principal que me queda del año, el que está más al alcance de nuestra mano. El año pasado no pude estar y me quedé fastidiado. Jugar en el Palau Sant Jordi, donde hice de abanderado en el 2000, vivirlo ahora como jugador y no como espectador son experiencias bonitas que te quedan.
¿Qué significa tener en propiedad una réplica real del Trofeo Conde de Godó?
Todo lo que me ha ido pasando en los últimos cinco años es especial. Ganar en Barcelona cinco veces es impensable. Se tienen que dar muchas coincidencias, mantener una concentración alta, no haber estado lesionado, y estar bien cada día. El hecho de ganar en un club es distinto al de hacerlo en grandes estadios porque mantiene la esencia del tenis. Además, es mi club, donde me siento como en mi casa. Siempre tengo una sensación distinta. La primera vez fue un sueño; ganar cinco veces, inimaginable. El trofeo estará en un sitio especial de mi casa.